Lo último que vio Heriberto Ropero antes de dormir fueron los ojos de su esposa, Yolima Hernández, quien estaba a su lado. Era la última vez que la vería, pues pocas horas después de que cayeran profundamente dormidos, y cuando así lo hacían los demás habitantes de Buenos Aires, corregimiento de Aracataca, en el Magdalena, en la noche del 27 de octubre, desconocidos irrumpieron por la ventana de su casa y los atacaron a piedras.

En el cruel atentado perdió la vida Yolima -35 años-, quien no sobrevivió a las graves contusiones, en una muerte que el pueblo aún no entiende y que hoy, más de diez días después, enluta a la comunidad de profesores a la que pertenecía la aguerrida mujer.

Ropero alcanzó a luchar por su vida, y hoy evoluciona satisfactoriamente en la clínica El Prado de Santa Marta, en donde se recupera, un poco desorientado y confundido, luego de que hace tres días le hubieran suspendido los medicamentos que le permitieron salir de un coma inducido.

Heriberto Ropero se dio a conocer en plena época electoral por ser el candidato al que le robaron las 8.798 firmas, según denunció en Atlántico en Noticias, con las cuales aspiraba a inscribir su candidatura a través de un movimiento significativo y así luchar en la contienda por la Alcaldía de Aracataca. 

El hurto en su sede electoral le truncó sus aspiraciones y, por ese motivo, el dirigente político -que ya había sido Concejal- decidió adherirse a la campaña del también candidato, médico y amigo cercano, Luis Emilio ‘Lucho’ Correa. Paradójicamente, días después sería Lucho quien se uniría al esfuerzo médico por salvarle la vida a su amigo. 

Lucho Correa perdió la alcaldía de Aracataca por una diferencia de 2.232 votos ante el exalcalde Pedro Sánchez Rueda, el polémico candidato que se vio obligado a renunciar al aval que le dio Cambio Radical debido a los líos judiciales por su presunta responsabilidad en el homicidio de Luis Gregorio López de la Hoz, perpetrado por paramilitares en 2001, porque supuestamente era auxiliador de las FARC.

Con el sinsabor de la derrota electoral, pero con un dolor más grande por el atentado del que fue víctima su amigo, el médico Luis Correa cuida de que Heriberto no tenga acceso a medios de comunicación, o de que familiares le cuenten sin intención la fatal noticia de que no podrá volver a ver a su esposa, pues fue enterrada el viernes en su natal Aracataca.